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EstГЎs En Mis Manos
Victory Storm
Cuando Kendra tomГі la decisiГіn de acercarse a AleksГ©i con artimaГ±as era consciente de los riesgos que corrГa, ya que aquel hombre era despiadado y no conocГa el perdГіn, y ademГЎs era lo bastante poderoso como para hacerle pagar con creces cualquier error que cometiera. Un solo paso en falso y perdГa la posibilidad de obtener la informaciГіn que buscaba. Pasaron varios meses desde su primer encuentro cuando de repente todo da un vuelco tras una traiciГіn que pone a Kendra en peligro y revela todas sus mentiras. Llega el momento de pasar cuentas y AleksГ©i estГЎ dispuesto a destruirla. Pero cuando la tiene en sus manos, descubre que ha olvidado su pasado, un pasado que esconde secretos que necesita conocer. TendrГЎ que escoger entre su venganza o mantener a esa mujer peligrosa a su lado, atada en corto, hasta que recupere la memoria.
Victory Storm
EstГЎs en mis manos
Victory Storm
В©2021 Victory Storm
TГtulo original: Sei nelle mie mani
TraducciГіn de Xavier MГ©ndez MartГnez
Editorial: Tektime
Cubrir: DiseГ±o grГЎfico Victory Storm
El CГіdigo de la Propiedad Intelectual prohГbe la copia o reproducciГіn destinada a un uso colectivo. Toda representaciГіn o reproducciГіn integral o parcial hecha para cualquier propГіsito, sin el consentimiento del autor, o de sus derechohabientes o causahabientes, es ilГcita y constituye una falsificaciГіn, segГєn los tГ©rminos legales L.335-2 y siguientes del CГіdigo de la Propiedad Intelectual.
Cuando Kendra tomГі la decisiГіn de acercarse a AleksГ©i con artimaГ±as era consciente de los riesgos que corrГa, ya que aquel hombre era despiadado y no conocГa el perdГіn, y ademГЎs era lo bastante poderoso como para hacerle pagar con creces cualquier error que cometiera. Un solo paso en falso y perdГa la posibilidad de obtener la informaciГіn que buscaba. Pasaron varios meses desde su primer encuentro cuando de repente todo da un vuelco tras una traiciГіn que pone a Kendra en peligro y revela todas sus mentiras. Llega el momento de pasar cuentas y AleksГ©i estГЎ dispuesto a destruirla. Pero cuando la tiene en sus manos, descubre que ha olvidado su pasado, un pasado que esconde secretos que necesita conocer. TendrГЎ que escoger entre su venganza o mantener a esa mujer peligrosa a su lado, atada en corto, hasta que recupere la memoria.
CapГtulo 1
Kendra
—Danielle, ven aquà —me dijo AleksГ©i con su estilo autoritario y precipitado que me ponГa bastante de los nervios.
Me habrГa gustado responderle que no, que no harГa lo que Г©l querГa, pero esas palabras estaban prohibidas si querГa permanecer cerca de Г©l. AsГ que esbocГ© mi mejor sonrisa y me acerquГ© lГЎnguidamente. Realizaba cada paso con una lentitud calculada mientras lo desafiaba con la mirada, consciente de que esa actitud podГa mermar su paciencia ya de por sГ bastante limitada.
En vez de permanecer de pie delante de Г©l como esperaba, me apoyГ© con desdГ©n sobre su escritorio de caoba y paseГ© mis manos sobre la pila de documentos que tenГa detrГЎs. Yo sabГa que lo irritaba con mi arrogancia y eso me divertГa. Disfrutaba con esos breves instantes de petulancia, plenamente consciente de los riesgos a los que me exponГa. Pero me daba igual y estaba segura de que era mГЎs fГЎcil obtener su confianza con esos pequeГ±os movimientos de rebeldГa que mediante una actitud de sumisiГіn dГіcil.
—Siéntate en mis rodillas —exclamó él con irritación.
ObedecГ, reteniendo un suspiro de descontento.
En ese mismo instante me puso las manos en el cuerpo y los labios en el cuello. Detestaba su boca, sobre todo desde que descubrГ el placer que esta me procuraba, tanto que hasta empecГ© a coger miedo. Miedo de vivir sentimientos errГіneos que me turbaban y me fascinaban a la vez.
HabrГa querido huir, pero eso me era imposible. Cuando tomГ© la decisiГіn de acercarme a ese hombre fui consciente de que tendrГa que rebajarme a su nivel, con la posibilidad de cometer un paso en falso. AceptГ© ese riesgo. HabrГa hecho lo que fuera para llegar hasta Г©l y hasta todo lo que lo rodeaba, como esos diamantes que tenГa en una cajita de terciopelo azul abierta encima del escritorio.
—¿Te gustan estos diamantes? —me preguntГі una vez, apartГЎndose de mГ.
—¿Por qué me lo preguntas?
Esa insinuaciГіn me preocupГі, mientras sentГa cГіmo sus manos subГan por debajo de mi falda hasta el elГЎstico del tanga.
—He notado que los observabas desde que has entrado en esta sala. Parece que estГЎs muy interesada en ellos —prosiguiГі sin inmutarse, a pesar del mordisco que le asestГ© en la muГ±eca para intentar apartarlo de mГ.
—Es un hecho: todas las mujeres quieren ser cubiertas de joyas —le respondГ, fingiendo indiferencia a pesar del sobresalto provocado por el araГ±azo del encaje que cubrГa mis partes Гntimas, dejГЎndome una marca en la piel.
Siempre era asГ con AleksГ©i: parecГa concentrado en lo que decГa, poniendo a su interlocutor a la defensiva; pero era demasiado tarde cuando veГas que hacГa caso omiso.
—¿TГє tambiГ©n? —me susurrГі al oГdo, besГЎndome en el cuello y deslizando la mano entre mis piernas prietas.
Estaba tan incГіmoda que ya no entendГa si se trataba de diamantes o de otra cosa.
—Por supuesto —conseguà responderle antes de que me asaltara su boca, que con violencia tomó posesión de mis labios.
—¿Y cГіmo es que nunca te he visto llevar una joya asГ? —siguiГі Г©l con su frialdad habitual de la cual siempre hacГa gala, razГіn por la que yo lo odiaba.
—¿Qué quieres que te diga? Ningún hombre se ha dignado a regalarme ninguna —respondà con acidez, acercando la mano a la cajita de terciopelo azul oscuro. Pero antes de que pudiera alcanzar los diamantes, Alekséi, cogiéndome por la muñeca, me giró hacia él.
—No son para ti —me advirtiГі, fulminГЎndome frГamente con la mirada.
—¿Entonces para quién son? —pregunté, me picaba la curiosidad.
—Eso no te importa —cortó él por lo seco, y cogiéndome por las caderas, me inclinó sobre el escritorio.
—¿Te estГЎs tirando a otra? —mascullГ©, esforzГЎndome por liberarme. ВЎJamГЎs habrГa permitido que otra persona supusiera un obstГЎculo para mis fines!
Г‰l se echГі a reГr:
—¿Celosa?
—No me gusta compartir, deberГas saberlo.
—¿Sólo hemos follado una vez y ya te crees que eres la única afortunada?
EvitГ© responder lo mucho que me habГa costado entregarme voluntariamente a Г©l, y esto sin tener en cuenta las marcas de las cuerdas con las que me habГa atado, ni todo el tiempo que se me habГan quedado impresas en las muГ±ecas.
Me costГі mГЎs disimular el temor de estar enteramente a su merced que mi falta de excitaciГіn. Lo Гєnico que en ese momento me dio fuerzas para no tirar la toalla eran esos diamantes, precisamente, asГ como su origen, hasta el cual querГa llegar.
—Llevo ocho meses trabajando para ti —le recordé.
—¿Y qué?
—Me he entregado a ti, imaginaba que era importante para ti, y al final descubro que existe otra —espeté con una indignación fingida.
Sin creerse esa escena de celos, me preguntГі:
—¿Qué quieres, Danielle?
El hecho es que la mГЎscara de hielo tras la cual me ocultaba habitualmente, y que me mostraba insensible e indiferente ante todo, no aportaba credibilidad a esa escena digna de un folletГn sentimental.
—Te quiero a ti —murmuré, mirándolo fijamente y poniendo mis labios en los suyos con impetuosidad.
Fue un beso de enfado, todo cuanto podГa sentir en ese momento… Enfado por haberme tenido que acostar con Г©l, enfado por tener que mentir cada dГa, mientras que en el fondo sГіlo aspiraba a acceder a sus recursos ilimitados y apropiarme de sus contactos, antes de esfumarme y desaparecer por completo.
—Entonces ponte de rodillas y chГєpamela —me desafiГі mientras me seguГa palpando con las manos.
—¡No soy tu puta! —reneguГ© irritada, porque no habГa logrado sonsacarle ni una pizca de informaciГіn, y tambiГ©n por su manera de manipularme y provocar mi goce contra mi voluntad.
—¿QuГ© pasa, Danielle, ya no estГЎs disponible? Esta vez no debes distraerme como cuando te sorprendГ metiendo las narices en lo que no te incumbe —me murmurГі al oГdo, y, cogiГ©ndome por el pelo, acercГі su rostro al mГo.
Me mordГ el labio por preocupaciГіn y enfado. Me pillГі justo cuando estaba a punto de saber quiГ©n era su contacto. Me acordaba muy bien de aquel episodio, tres dГas atrГЎs en aquella misma sala…
Mi fachada iba a derrumbarse en cualquier momento, leГ la sospecha en los ojos de AleksГ©i y entendГ que habГa cometido un error imperdonable. La Гєnica salida para que no me cazase y perdiera todo lo que habГa hecho para llegar hasta ahГ fue besarlo y darle lo que deseaba desde el dГa de nuestro primer encuentro. DejГ© que me follase contra la biblioteca situada a tres pasos de allГ. Hasta me atГі con unas cuerdas y me colgГі de un gancho que habГa por encima de la estanterГa. Consciente de que me estaba poniendo a prueba, le dejГ© hacer.
ConseguГ no mover ni un mГєsculo a pesar del terror que, cual veneno mortal, me iba invadiendo todas las fibras del cuerpo. Me dejГ© atrapar a su antojo, sin reaccionar a sus maneras bruscas y salvajes. En ese preciso momento sentГa que Г©l iba a hacer lo mismo. Me habrГa gustado irme, sabiendo que en el fondo Г©l habrГa aceptado porque era un caballero. Pero sus insinuaciones me pesaban como una espada de Damocles colgada encima de mi cabeza, asГ que le dejГ© hacer.
—Me decepcionas, Alekséi. No ves la diferencia entre una mujer que quiere follar contigo y una que quiere engatusarte —le provoqué, consciente de firmar mi sentencia de muerte.
—Necesitas que te den una buena lección —murmuró con una voz ronca, inclinándome en el escritorio.
Me cogiГі firmemente por el pelo, mientras que con la otra mano me subГa la falda y se bajaba los pantalones antes de arrancar definitivamente lo que me quedaba de ropa interior. Me separГі las piernas y antes de que pudiera enderezarme, sentГ cГіmo me penetraba con gran Гmpetu, colmГЎndome mГЎs de lo que me imaginaba.
GritГ© de pavor.
IntentГ© rebelarme, pero cuanto mГЎs forcejeaba, mГЎs su miembro me penetraba furiosamente y hasta el fondo.
—Me encanta que seas siempre tan acogedora y estés tan mojadita —susurró con una voz grave, mientras empezaba a moverse más rápido.
Detestaba sus palabras porque eran ciertas. Nadie nunca me habГa follado de aquella manera, y aunque lo despreciaba, me sometГa y me hacГa sentir inferior a Г©l. La verdad es que me gustaba, y en el fondo me excitaba mГЎs de lo que jamГЎs me habrГa imaginado.
De repente sentГ sus manos recorriГ©ndome el costado hasta llegar a los pechos, que me asomaban por el escote. No podГa verlo, pero sentГ que me apretaba los pezones con los dedos y los trituraba hasta volverlos turgentes y duros, provocГЎndome un malestar agradable cuando rozaban con la madera del escritorio a cada embestida.
—Alekséi —murmuré, presa de un deseo incontrolable, mientras él, retornando las manos a mi torso, las deslizaba entre mis muslos hasta llegar al botoncito, al que prodigó el mismo trato que a mis pezones.
En unos segundos mi cuerpo se contrajo bajo los espasmos de un orgasmo que me golpeГі con la violencia de una tormenta.
—Basta, te lo ruego —le supliquГ©, mientras sentГa que se me contraГa todo el cuerpo alrededor de su pene, que continuaba perforГЎndome la vagina, y no dejaba de hacerme cosquillas con las manos.
—Soy yo quien decide cuándo parar —me advirtió con una voz dura e inflexible—. Quiero que disfrutes de nuevo.
—No puedo más —jadeé mientras mi cuerpo se dejaba llevar de nuevo entre las manos de Alekséi.
Entonces sentГ que venГa contra mГ. SuspirГ© de satisfacciГіn, esperando que esa tortura llegara a su fin. Pero me encontrГ© de nuevo movida hacia adelante, con una mano suya sobre mi pecho y la otra a la altura del clГtoris.
Excitada por el orgasmo que todavГa palpitaba en mi interior y por sus dedos que jugueteaban entre mis piernas, sentГ cГіmo otro orgasmo me recorrГa entera.
—Está bien, mi pequeña babushka —dijo sonriendo, liberándome de su cuerpo.
Me vestГ precipitadamente, intentando borrar de mi memoria lo que acabГЎbamos de hacer. El tanga era irrecuperable, asГ que lo tirГ©. En estas, AleksГ©i abriГі un cajГіn del escritorio y sacГі una cajita que me tendiГі.
—¿Qué es? —pregunté sentándome en sus rodillas.
—Ábrela.
ObedecГ y hallГ© en el interior un anillo de oro blanco con diamantes engarzados. La piedra del centro era un diamante de corte brillante, rodeado de dos gotas de agua de diamantes. Era un anillo excepcional, el mГЎs bello que jamГЎs haya visto.
—¿Qué quiere decir esto?
—Eso depende de ti.
—No soy ninguna puta —aclaré, poniéndome el anillo en el dedo anular derecho con una cierta avidez.
—Nunca dije que fuera el pago por tus servicios.
—No, pero lo has pensado.
—Pienso lo que me da la gana, haz tú lo mismo con tus cosas.
—Entonces tomo este anillo como una proposiciГіn por tu parte —lo desafiГ©, dispuesta a hacer de su vida un infierno, al menos lo mismo que yo habГa vivido a su lado durante meses.
Se ensombreciГі repentinamente:
—¿Una proposición? ¿Qué tipo de proposición?
—De matrimonio —exclamé, incapaz de creerme mis propias palabras.
ВїCГіmo podГa imaginarme una cosa asГ? ВїAcaso me estaba volviendo loca o bien el estar tan cerca de un hombre asГ me hacГa desear cosas a las que jamГЎs habrГa aspirado?
—¡¿Qué?!
—SГ, quiero, AleksГ©i. Quiero casarme contigo —seguГ yo, disfrutando enormemente del descontento que le apareciГі en el rostro, antes de echarme a reГr.
—¡Vete! Tengo cosas que hacer —me espetó a modo de respuesta.
—Yo también. Tengo una boda que preparar —dije como mofa.
AleksГ©i mascullГі algo en ruso que me costГі un poco entender. Creo que acababa de decir que se casarГa conmigo antes muerto que vivo.
—Alekséi, cariño, sabes que yo no hablo ruso. Dilo en mi lengua, por favor.
—Te he dicho que desaparezcas. Espero a alguien y quiero verme con él a solas. Tenemos que tratar de negocios.
Su tono serio y su mirada determinada me dieron a entender que el invitado esperado era una persona muy importante. ВїDe quiГ©n se trataba? Necesitaba saberlo sГ o sГ, asГ que intentГ© ganar algo de tiempo besГЎndolo, pero de nuevo me apartГі.
—No me obligues a ser maleducado, Danielle.
—Vale, tú ganas —dije con un suspiro de rendición.
Al llegar a la puerta pude oГr a AleksГ©i responder al telГ©fono y decir a los guardias que hicieran entrar al invitado. Lo dijo en ruso, pero comprendГ perfectamente cada una de las palabras, y sabГa que si querГa pillar a esa persona necesitarГa encontrar una excusa para bajar al salГіn pasando por el pasillo principal y la gran escalera.
Me dirigГ lentamente a la puerta y salГ.
En vez de regresar a la habitaciГіn que me habГa sido asignada, continuГ© mi camino por el pasillo central que acababa en la gran escalera, la cual separaba en dos partes simГ©tricas y opuestas que llevaban ambas al salГіn de la planta baja.
Con una verdadera satisfacciГіn, me crucГ© con el invitado de AleksГ©i justo cuando subГa por los primeros escalones de la escalinata.
Llevaba gafas de sol que le ocultaban en parte el rostro, pero tenГa algo familiar. AguardГ© todavГa un poco mГЎs, esperando a que llegase arriba del todo de las escaleras, para pasar a su lado. Me echГі un vistazo que no pasГ© desapercibido, pero siguiГі su camino, como si no hubiese pasado nada. Me habrГa gustado acercarme a Г©l y hablarle, pero sabГa que una actitud asГ habrГa suscitado sospechas; pero tampoco podГa dejar pasar aquella ocasiГіn Гєnica de conocer a la persona con la que AleksГ©i hacГa contrabando de diamantes o mediante la cual los intercambiaba por otra cosa. Llevaba ocho meses esperando ese instante.
Hasta me habГa acostado con ese ruso para meterme en su domicilio, donde sabГa que tenГan lugar los encuentros mГЎs interesantes y provechosos. ВЎY ahora se me presentaba la ocasiГіn! El hombre me rozГі y yo fingГ indiferencia, y cuando me fui hacia la escalera, respirГ© el olor de su after shave. Era un perfume especial y muy caro. SГіlo conocГa a un hombre que lo llevaba, un hombre con el que tuve una relaciГіn durante casi un aГ±o, una relaciГіn basada en breves encuentros episГіdicos de sexo, asГ como algunas charlas en las que hablГЎbamos de trabajo y de nuestros sueГ±os de gloria.
HabГa pasado casi un aГ±o desde nuestro Гєltimo encuentro, pero de repente me vino a la mente la imagen de mi ex. El pelo rubio, los ojos azules, una mandГbula cuadrada, la nariz aguileГ±a, estatura y peso en la media… ReprimГ una exclamaciГіn: “¡Ryan!”
De repente me girГ©, alterada. Г‰l tambiГ©n se habГa girado y se habГa quitado las gafas. TenГa el pelo mГЎs largo y llevaba barba, pero sin duda era Г©l. ВїCГіmo podГa ser? VolvГ a pensar en aquel aГ±o con Г©l y en los problemas que tuve… Me acordaba de todas las veces que le confiГ© mis dudas sobre el hecho que otra persona de mi entorno iba detrГЎs de mГ.
—¿Cómo has podido hacerme esto?
EntendГ en ese instante que era Г©l quien me habГa puesto palos en las ruedas desde el principio. En aquel preciso instante entendГ todo lo que me habГa manipulado y cГіmo se habГa esforzado en involucrarse en mis planes. Como por instinto, busquГ© la pistola que tenГa escondida en el fondo del bolsillo de la falda, pero me di cuenta demasiado tarde que me la habГa dejado en la habitaciГіn cuando AleksГ©i me habГa llamado. Ryan hizo lo mismo y vi de repente el caГ±Гіn de su arma apuntГЎndome.
—Kendra, no te lo tomes como algo personal, pero sГіlo uno de los dos saldrГЎ vivo de aquГ.
—No es necesario que esto acabe asà —intenté convencerlo, bajando lentamente los escalones sin darle la espalda.
Estaba claro que iba a delatarme a AleksГ©i, a partir de ese momento ya no tendrГa ninguna escapatoria. ВЎTenГa que dejar la mansiГіn a toda leche! AdemГЎs, despuГ©s de la humillaciГіn que habГa vivido, la rabia me moviГі a coger el telГ©fono mГіvil para llamar inmediatamente a mis contactos del exterior para decirles que no se fiaran de Ryan.
—¿Qué diablos pasa aqu� —gruñó la voz de Alekséi, desviando la atención de Ryan.
Yo tenГa suficiente experiencia para entender que me habГan pillado, asГ que hice lo Гєnico que todavГa se podГa hacer: cogГ el telГ©fono y empecГ© a escribir un mensaje para explicar lo que pasaba.
—¡Suelta ese móvil! —gritó Ryan fuera de sà en cuanto se dio cuenta, cogiéndome poco antes de que enviase el mensaje.
Vi que AleksГ©i detenГa a Ryan con un gesto y se dirigiГі hacia mГ. Su mirada parecГa una fina lГЎmina gris de escarcha, dispuesta a romperse y estallar en mil pedazos, los cuales alcanzarГan a cualquiera que estuviera cerca.
Unos ocho meses a su lado me habГan enseГ±ado que Г©l no habrГa dudado en hacerme pagar caro cada segundo que habГa pasado junto a Г©l y que yo habГa aprovechado para fines personales. El perdГіn era algo que Г©l jamГЎs me habrГa concedido. No tenГa ninguna duda sobre eso. HarГa lo que fuese para destruirme. Pero Гєnicamente despuГ©s de una confesiГіn completa para descubrir hasta dГіnde habГa llegado yo actuando de aquella manera durante todo aquel tiempo.
—Dame tu mГіvil —resoplГі con una voz rara a un paso de mГ, tendiГ©ndome la mano.
MirГ© rГЎpidamente la pantalla, y echГ© de menos los antiguos mГіviles donde sГіlo bastaba con apretar una tecla fГЎcilmente identificable en vez de ser todo visual. SГіlo tenГa que apretar “EnvГa” con el pulgar. Iba a hacerlo, cuando la mano de AleksГ©i me alcanzГі rГЎpidamente. No me dio tiempo a mover el brazo para evitarlo, pero al mismo tiempo sonГі un disparo en la mansiГіn.
No vi el proyectil que venГa en mi direcciГіn, y entonces sentГ un fuerte dolor a la altura del pecho que me cortГі la respiraciГіn y me echГі hacia atrГЎs. Los tacones de mis zapatos perdieron el punto de apoyo y antes de que pudiera agarrarme al brazo de AleksГ©i, caГ al vacГo. Apenas pude tocar los dedos de AleksГ©i antes de empezar a descender hacia mi propio fin. La Гєltima cosa de la que me acuerdo era pronunciar dГ©bilmente su nombre, como una llamada de auxilio desesperada y luego… el dolor.
SГіlo el dolor me hacГa sentir viva, a pesar de la bala alojada a unos centГmetros del esternГіn y los golpes contra los escalones mientras caГa hasta los pies de la escalinata.
Y luego la oscuridad total.
CapГtulo 2
AleksГ©i
HabГan pasado cuarenta y ocho horas desde el episodio de locura que tuvo lugar en mi casa. HabГa estado horas reprochГЎndome a mГ mismo no haberme dado cuenta de la doblez de Danielle Stenton, alias Kendra Palmer. ВїCГіmo habГa podido ser tan ingenuo? ВїCГіmo no habГa podido darme cuenta de su autГ©ntica naturaleza? ВЎY eso que habГa tenido algunas sospechas! ВїEra posible que la belleza de esa mujer me hubiera enceguecido hasta perder la cabeza y volverme estГєpido y ciego?
Yo que siempre me las habГa dado de tener un sexto sentido para descubrir a los timadores y mentirosos. Dios mГo, no me lo podГa creer: habГa tenido a una persona como ella a mi lado durante ocho largos meses sin darme cuenta.
En realidad me habГa dejado llevar por esas ganas furiosas de acostarme con ella y de domar su carГЎcter rebelde y arrogante. Me habГa cegado tanto el deseo y sus maneras esquivas y a la vez provocadoras de estar a mi lado que habГa perdido el juicio. TemГa que tanta proximidad pudiera resultar peligrosa, pero Kendra era siempre tan excitante que sГіlo podГa retenerla a mi lado.
Me repetГa sin cesar que habГa sido un idiota, ya que desde el principio habГa visto algo turbio en ella. Desde nuestro primer encuentro, cuando se echГі bajo las ruedas de mi coche mientras el chГіfer salГa lentamente del aparcamiento, entendГ que ese accidente habГa sido un montaje. Me bajГ© del vehГculo enfurecido para hacerle pagar la bromita a la vГctima, dispuesto a amenazarla si se le ocurrГa decir que querГa denunciarme.
Y de repente la vi. A ella. En el suelo. Con la rodilla magullada por el golpe contra el coche, y el brazo rasguГ±ado por protegerse el rostro al caer sobre el asfalto. A pesar de la situaciГіn, casi me quedГ© sin aliento de tanto que me fascinaba su cuerpo, envuelto en un vestido negro y muy cortito que no dejaba lugar a la imaginaciГіn.
Mi chГіfer la ayudГі a levantarse mientras ella lo insultaba por haberla atropellado. Luego, acercГЎndome a ella, le preguntГ© si estaba bien. En un abrir y cerrar de ojos me vi prisionero de sus ojos grises magnГficos, cargados de amenazas como un cielo nublado anunciando tormenta.
Su rostro delicado y su pelo largo y castaГ±o que le cubrГa enteramente la espalda descubierta avivaron mi deseo de tocarla, de que fuera mГa. Por eso le propuse llevarla al hospital; pero enseguida se puso nerviosa y se asustГі, afirmando que estaba plenamente en forma, aunque le costaba disimularlo. Me tirГ© a la piscina y la invitГ© al hotel donde me hospedaba.
Ella aceptГі, pero lo que yo creГa que iba a ser el preludio de una noche de locuras en la cama resultГі ser exactamente lo contrario.
Estuvo un poco reticente a darme su nombre, Danielle Stenton, y cuando me atrevГ un poco mГЎs, me parГі de inmediato, diciendo que no habГa aceptado seguirme para que la llevase a la cama, sino simplemente para que la curase, ponerle hielo en la rodilla adolorida y descansar en una cama caliente donde pasar la noche, Гєnicamente.
No logrГ© entender la razГіn por la cual una mujer tan amable podГa necesitar un lugar donde pasar la noche, pero entendГ enseguida que aquel accidente no era mГЎs que un pretexto para sacarme dinero.
A la maГ±ana siguiente, cuando me pidiГі un prГ©stamo no me sorprendГ. Naturalmente me neguГ©, pero me sorprendiГі cuando me propuso trabajar para mГ. No era una peticiГіn por su parte, y por la mГa, no podГa negarme. Fue una debilidad que iba a pagar muy caro ya que Kendra habГa descubierto muchas cosas sobre mi cuenta. AdemГЎs, el haberla llevado a mi casa era el apogeo de esa historia delirante, pues allГ era donde guardaba mis bienes y mis objetos mГЎs preciados.
En aquel preciso instante entendГ que, jugando con los sentimientos, Kendra habГa obtenido lo que necesitaba: entrar en la mansiГіn y aprovecharse de la libertad que le concedГa para traicionarme y usar todo lo que podГa en mi contra. ВЎY todo eso por echar un polvo! ВЎMenudo idiota!
TodavГa estaba dГЎndole vueltas a mis errores cuando Kendra abriГі los ojos. DespuГ©s de que los mГ©dicos me hubieran anunciado que se iba a despertar en breves, corrГ a la clГnica privada para enfrentarme a ella y hacerle pagar las mentiras y las artimaГ±as que habГa usado contra mГ.
En ese momento cogГ un revГіlver, porque tras la discusiГіn animada con Ryan sobre la verdadera identidad de esa mujer ya no confiaba en ella, y no iba a dudar en vengarme.
Me sentГ© tranquilamente en el borde de la cama, a su lado, esperando a que se despertase del todo, los medicamentos que le habГan dado la habГan dejado adormilada.
A pesar del hematoma morado en el pГіmulo derecho y la palidez mortal de su rostro, todavГa estaba muy guapa, tenГa una belleza que ahora ya me era indiferente, hasta me repugnaba.
EsperГ© a que posara sus ojos en mГ. Su mirada plateada parecГa ahogada en el vacГo a causa de los analgГ©sicos, pero abriГі los ojos como platos al verme.
Le sonreГ satisfecho y me acerquГ© lentamente a su rostro, saboreando aquella pizca de miedo y de sorpresa que leГa en su mirada.
—Dime, mentirosilla, ¿estás lista para pagar las consecuencias de tus mentiras? —le susurré en voz baja.
Vi que entreabrГa los labios carnosos y perfectamente delineados, pero no produjo ningГєn sonido.
—Me tomo tu silencio como una afirmación —dije, sacándome la pistola del bolsillo.
—¿QuiГ©n eres? —me preguntГі ella dГ©bilmente, mientras me disponГa a empuГ±ar el arma.
Me reГ con una risa gutural y frГa, casi como una amenaza. Me habrГa gustado cogerla por el cuello y sacarla de la cama de tan furioso que estaba.
—¿En serio todavГa quieres jugar conmigo? ВїTan segura estГЎs? —le espetГ©, decidido a no dejarme engatusar de nuevo.
—Yo… Yo no sé… Yo… —balbuceaba incómoda, mirando a su alrededor con la mirada perdida.
—Cuidado con lo que dices, Kendra, no te daré una segunda oportunidad. ¿He sido lo bastante claro? —dije deteniéndola, pero mi amenaza pareció desencadenar la reacción inversa.
—¿Quién es Kendra? —preguntó, empezando a temblar agitada.
ParecГa aterrorizada.
—¿DГіnde estoy? —balbuceГі, intentando levantarse para sentarse, pero eso sГіlo le provocГі mГЎs dolor, lo cual la hizo gemir— ВЎMe duele! —dijo suspirando, llevГЎndose la mano al pecho, al lugar donde le habГa impactado la bala— ВїQuГ© me ha pasado? —dijo estremeciГ©ndose por el dolor, mirГЎndose el brazo vendado y tocГЎndose los moratones del rostro y de las piernas cuando se quitГі las sГЎbanas.
Aquello durГі tan solo un instante. De repente, toda aquella calma aparente desapareciГі, dejando lugar al miedo de Kendra que se debatГa como un animal enjaulado. Temblorosa y conmocionada, se arrancГі el gotero e intentГі levantarse.
—Es inútil que intentes huir —cogiéndola por los brazos la postré en la cama cuando intentó levantarse otra vez.
Fue bastante complicado inmovilizarla, de tanto que forcejeaba de manera frenГ©tica y alocada a causa del dolor. Intentaba ponerse de pie, a pesar de todo, apoyГЎndose en las piernas, y vi que se tambaleaba. Estaba pГЎlida como la cera y tuve que sujetarla por la cintura para que no se cayera al suelo. Kendra se dejГі caer contra mГ.
—Me da vueltas la cabeza —murmuró rodeándome el cuello con los brazos.
La levantГ© y ella se aferrГі fuerte contra mГ, como si temiese desplomarse. La acompaГ±Г© de vuelta a la cama, y poco a poco me soltГі el cuello, me pasГі las manos por los hombros y por todo el brazo.
Si no hubiese estado tan conmocionada y temblorosa, habrГa creГdo que me estaba provocando para seducirme. Su tacto ligero y delicado tenГa algo Гntimo y tierno, pero yo no dejaba que me excitara.
Iba a recular cuando de repente su mano derecha se apoderГі de la mГa. Su tembleque cesГі de inmediato. La mirГ©.
Ella me miraba desde su lado. TenГa una expresiГіn perturbada, pero sus ojos me miraban fijamente como si esperase encontrar en mГ una respuesta.
—¿Y ahora, te acuerdas de m� —pregunté.
De nuevo me enfrentГ© a su silencio, me separГ© de ella, pero apenas mi mano se soltГі de la suya, Kendra, asustada, se sobresaltГі y se levantГі bruscamente para volver a cogerla. Fue un gesto que le provocГі dolor en el pecho otra vez. GritГі de dolor y eso le impidiГі que se abalanzase sobre mГ.
Kendra
Me palpitaba la cabeza sordamente y no entendГa nada. No tenГa ni un solo recuerdo en mi cerebro y ni una sombra del porquГ©, sГіlo habГa dolor y confusiГіn.
Ese hombre ante mГ me daba miedo, pero a la vez me tranquilizaba un poco. ВїEra porque parecГa conocerme? Pero su mirada y su actitud, severas e implacables, resonaban como una sirena de alarma para mГ.
Una parte de mГ querГa huir, mientras que otra me suplicaba que me quedase y le pidiese ayuda. No sabГa quГ© hacer, y cuando una nueva ola de miedo y de dolor me embistiГі, sГіlo sentГ vagamente algo familiar cuando me encontrГ© entre sus brazos.
¿Quizá era el perfume de su piel? Una esencia a madera, fresca y cargada de aromas. Intensa y viril. Me recordaba confusamente a algo… ¿pero al qué?
Y ese rostro…
Ya lo habГa visto, pero todo era tan confuso en mi mente, al menos hasta que su mirada llamГі la atenciГіn de la mГa. PercibГa algo en esos ojos de un negro Г©bano. Era algo salvaje y a la vez conocido; poderoso y magnГ©tico, pero tambiГ©n elegante, al igual que la ropa que llevaba.
De repente, sentГ una cierta timidez frente a esa mirada que me observaba, como si soliera recular para evitar desencadenar su lado agresivo, el cual estaba listo para salir de Г©l y destruir a cualquiera que se encontrara cerca.
Por fin esa voz… SГ, la reconocГa. Estaba segura. Era esa voz que me habГa desconcertado tanto porque estaba segura de haberla oГdo antes; pero fue ese tono grave, rudo y con un acento extranjero, lo que me puso nerviosa.
Hasta sus palabras me asustaban. BusquГ© su significado, la razГіn por la cual estaba tan enfadado conmigo, pero no la encontrГ©. Ese pensamiento hizo que perdiera la calma y estaba dispuesta a huir de ese peligro que sentГa planear por encima de mГ cual espada de Damocles.
Estaba aterrorizada y a la vez debilitada, tanto que mis piernas no podГan mantenerme, pero, a punto de desmayarme, pude retomar el aliento entre sus brazos, tranquilizada por el olor de su piel.
Sin embargo, me dejГі, y mientras con mis manos le recorrГa los brazos hasta la punta de los dedos, sentГ sin previo aviso el pГЎnico que me embargaba y me ahogaba. Cuando vi que su mano se separaba de la mГa, me invadiГі un miedo inexplicable.
Me veГa como desde fuera, como una espectadora, mientras que mi cuerpo se iba hacia lo que parecГa ser la Гєnica salida antes de caer definitivamente al vacГo.
Me inclinГ© hacia delante cuando, de repente, sentГ una punzada de dolor en el pecho, un poco por debajo del hombro izquierdo, como si me apuГ±alasen. SГіlo durГі un breve momento, y un instante despuГ©s el mundo real se oscureciГі a mi alrededor.
Me sentГ desconectada de la realidad, como si hubiera aterrizado en otro universo. Estaba en lo alto de una gran escalera, ancha y elegante. TenГa delante de mГ la mano de ese hombre. La tenГa tendida frente a mГ y podГa sentir que mi cuerpo se iba hacia ella, pero el dolor en el pecho me vino de nuevo con mГЎs fuerza que antes.
Se me quedГі el aliento en la garganta mientras el cuerpo se me iba hacia atrГЎs, cayendo al vacГo. Me esforcГ© en contrastar esa fuerza invisible que me arrastraba al abismo, en vano.
Ante mГ sГіlo habГa ese hombre inclinado hacia adelante para cogerme. Vi su mano tendida hacia mГ, pero solamente pude rozarla durante un segundo fugaz. LevantГ© los ojos brevemente antes de caer. Mi mirada se cruzГі con la de ese hombre. PercibГ en ella una sombra de miedo y de incredulidad.
MurmurГ©: “AleksГ©i”, en una bГєsqueda desesperada de ayuda, mientras su mano se alejaba cada vez mГЎs y el dolor se hacГa mГЎs grande hasta resultar intolerable. Luego todo desapareciГі en la nada.
Era una oscuridad Гєnicamente desgarrada por mis gritos mezclados con los de ese hombre que llamaba a un mГ©dico. Me latГa el corazГіn a toda mГЎquina y, sacudida por el miedo, abrГ de nuevo los ojos para darme cuenta de que estaba llorando.
Estaba totalmente enroscada en mГ misma, como una hoja muerta antes de que acabara en la papelera. ParpadeГ© con los ojos para liberarme de las lГЎgrimas y por fin la vi: la mano de ese hombre estaba entre las mГas. Se la cogГ fuerte hasta que le hinquГ© las uГ±as en la piel. Esa imagen fue como un dulce despertar para mГ.
—Lo he conseguido… Te he atrapado… —balbuceГ©, sacudida a la vez por los llantos de alivio y de lo que parecГa ser una alucinaciГіn dado que habГa vuelto a la habitaciГіn blanca donde me habГa despertado.
—¿Qué dices? —me preguntó él confundido, con la respiración agitada.
—Yo... me iba a caer. Alekséi… —intenté explicar, pero sin lograr expresarme. Estaba tan alelada que no era capaz ni de construir una sola frase con sentido.
—Ahora ya te acuerdas de mà —me susurró él con un deje de sarcasmo en la voz que me perturbó.
AleksГ©i. SГ, me acordaba de Г©l, aunque sГіlo se tratase de un nombre y de un cuerpo fГsico sin ninguna identidad por ahora.
Era un pequeГ±o destello de esperanza y los recuerdos de un pasado lejano y todavГa confuso. EsbocГ© una sonrisa de alivio. Justo entonces llegГі el mГ©dico, acompaГ±ado de dos enfermeras. Luego oГ al hombre enfadarse y gritar algo. NecesitГ© algo de tiempo para entender que estaba hablando en otra lengua: una lengua que, poco a poco, recordГ© haber oГdo.
Hablaban del shock postraumГЎtico, de la hemorragia cerebral en proceso de reabsorciГіn, de ansiolГticos, mientras que el hombre a mi lado estaba furioso por no haber sido informado de lo que acababa de pasar: gritaba que les pagaba lo bastante para obtener respuestas sobre mi salud y para que me curasen.
—No sabemos cuГЎnto tiempo va a estar asГ, la verdad, por lo menos una semana —intentГі decir el mГ©dico en la misma lengua.
—¡¿Una semana?! —se enfadó el hombre.
—Dejarla salir antes serГa arriesgado. Necesita tiempo para que la micro fractura en el crГЎneo cicatrice y la hemorragia todavГa no estГЎ del todo reabsorbida. Vistas las circunstancias, tiene que estar internada al menos dos semanas.
—¡No puedo quedarme aquГ! —dije metiГ©ndome en la conversaciГіn, apretando fuerte esa mano que no querГa soltar mГЎs.
—Tú también hablas ruso… ¿Por qué no me sorprende? —resopló nerviosamente el hombre, y me dirigió una mirada tan afilada que me dejó sin respiración.
Dando un fuerte estirГіn, liberГі su mano que yo tenГa asida.
—No… —susurré débilmente, como si no tuviera más aire en los pulmones.
—Inténtelo todo lo que quiera, pero quiero que esta farsa acabe pronto —gruñó el hombre, y levantándose de la cama, se dirigió a la puerta—. En cuanto a ti, Kendra, tienes hasta mañana para… recobrar la memoria. Hace un siglo que se terminó el juego.
—Alekséi… —murmuré yo, de nuevo angustiada.
Pero se marchГі, dejГЎndome sola conmigo misma y con esos mГ©dicos que me auscultaron inmediatamente y me avasallaron a preguntas.
Me asustГ© porque a medida que me preguntaban, iba viendo claro que tenГa un enorme agujero negro en el cerebro. La pregunta que me atormentaba era mi identidad: ВїquiГ©n soy?
AleksГ©i era la Гєltima cosa de la que habГa conservado un recuerdo. Era el Гєnico punto de apoyo para evitar que cayera otra vez en la angustia. Me preguntaba quiГ©n era y me acordГ© que Г©l me habГa llamado Kendra, pero ese nombre no me decГa nada.
PedГ varias veces informaciГіn sobre AleksГ©i a las enfermeras, pero daba la impresiГіn de que no me escuchaban.
SentГa que me embargaba el pГЎnico, pero antes de que pudiera reaccionar y correr hacia la Гєnica persona de la que me acordaba, el mГ©dico me puso una inyecciГіn y me dormГ poco despuГ©s.
CapГtulo 3
Kendra
—Kendra, ¿estás preparada para volverte a concentrar para visualizar tus recuerdos?
Me preguntГі amablemente la psicГіloga a la que me habГa enviado el neurГіlogo, despuГ©s de dos dГas de cuidados para aplacar los ataques de pГЎnico y las crisis nerviosas que padecГa desde que supe que habГa perdido la memoria.
Por desgracia, a pesar de la psicГіloga, mi estado no mejoraba nada. Cada vez que cerraba los ojos revivГa la misma escena: yo cayendo por las escaleras mientras intentaba coger la mano de AleksГ©i.
La doctora me explicГі que no se trataba de una alucinaciГіn, sino de una reminiscencia de lo que me habГa pasado, las circunstancias que me habГan llevado al hospital, gravemente herida, con una fractura en la caja craneal, un tobillo dislocado, una fisura en el menisco, una lesiГіn en el brazo derecho, un moratГіn en el rostro y una herida muy fea en el pecho cuya causa ignoraba.
Para los mГ©dicos yo era un milagro, porque tras aquella caГda podrГa haberme quedado en el sitio o bien quedarme paralГtica para el resto de mis dГas. Durante los dos Гєltimos dГas me hicieron un montГіn de exГЎmenes y finalmente la hemorragia cerebral desapareciГі, para satisfacciГіn de todos.
AleksГ©i, sin embargo, no volviГі a venir, y contra mГЎs pasaba el tiempo mГЎs me ponГa nerviosa. PedГ noticias sobre Г©l varias veces, si alguien conocГa por quГ© estaba enfadado conmigo; pero todos eludieron mis preguntas con cierto malestar.
—¿Kendra? —me recordó la psicóloga, devolviéndome a la realidad.
—Ya se lo he dicho mil veces. No me acuerdo de nada. No sГ© ni mi nombre, ni dГіnde vivo, ni cГіmo he podido acabar aquГ; y aunque ese hombre se llame AleksГ©i, en realidad no me acuerdo de Г©l. Todo lo que sГ© de Г©l es que me conoce y parece realmente enfadado conmigo… ВїQuГ© le he hecho? ВїPor quГ© me conoce?
—Volvamos a ti.
—No aguanto mГЎs todas estas preguntas a las que no puedo dar respuesta —estallГ© mientras sentГa una fuerte migraГ±a, como me ocurrГa cada vez que me ofuscaba o intentaba acordarme de algo.
—Sólo intento ayudarte.
—Pues si quiere ayudarme, llame a Alekséi. Estoy segura de que será capaz de responder a sus preguntas y yo podré…
—¿Tú podrás qué?
SusurrГ© un “nada” un poco molesta. No querГa confesarle lo sola que me sentГa con mis miedos y mis interrogantes en esa cama de hospital, sola y rodeada de extraГ±os.
Aunque me diese miedo, AleksГ©i era el Гєnico recuerdo que me quedaba. Era lo Гєltimo que me hacГa aferrarme a esa pizca de razГіn sin la cual caerГa en la locura.
—El seГ±or VasГliev no estГЎ disponible ahora.
—¿Está intentando hablar de Alekséi? Ese apellido no me suena.
—SГ.
GritГ© extenuada:
—Se lo ruego, lo necesito. No sГ© quГ© hecho que sea tan grave para que me odie asГ, si tan sГіlo lograra llamarlo… —y estallГ© en sollozos.
—Kendra.
—SГіlo quiero hablar con Г©l y obtener respuestas —dije sollozando, mientras mi mente volvГa al Гєltimo recuerdo que me quedaba, haciГ©ndome desear estar con AleksГ©i para sentirme segura.
AleksГ©i
Cuando apareciГі en la pantalla de mi mГіvil el nombre del neurГіlogo de la clГnica, sentГ de repente un arrebato de irritaciГіn.
—Espero que tenga buenas noticias —empecé sin preámbulos.
—No las que usted esperaba, pero…
CortГ© bruscamente, irritado:
—Entonces no me interesa.
—SeГ±or VasГliev, se lo ruego, crГ©ame cuando le digo que hay una probabilidad real de que la paciente sufra amnesia retrГіgrada a causa del grave traumatismo que le afecta al crГЎneo. Sin embargo, sГіlo se trata de una laguna mnemГіnica, exclusivamente relacionada con los recuerdos, y no con los gestos o con los comportamientos. El lenguaje no parece haber sufrido ningГєn daГ±o y la seГ±ora pasa del ruso al inglГ©s sin ninguna dificultad. Eso sin contar que su memoria a corto plazo, o postraumГЎtica, estГЎ intacta.
—¡Me da igual! Quiero saber lo que ha hecho en estos últimos ocho meses —dije cabreado dando un puñetazo sobre la mesa.
—Hay posibilidades de que le vuelva la memoria —farfulló el médico, visiblemente incómodo.
—No me creo nada. Usted es uno de los mejores neurГіlogos que hay pero es tan estГєpido que todavГa no ha entendido que todo ese cuento de la amnesia es sГіlo una comedia.
El mГ©dico me respondiГі secamente:
—TodavГa hay muchas cosas que se escapan de mi conocimiento. Pero le puedo asegurar que ha sufrido una lesiГіn y que todavГa la tiene. En su lugar, le sugiero que visite a esta mujer.
—Eso si todavГa no se ha escapado.
—¿Escaparse? Eso es impensable. Su habitación está vigilada en todo momento, como usted lo pidió. Además, el estado de salud de la paciente es demasiado precario para que pueda desplazarse sola más de unos metros.
—¿Ya le ha pedido un teléfono móvil?
—SГ.
—¡Ve cГіmo tenГa razГіn! Intenta engatusarlo.
—Simplemente nos ha pedido que le llamemos, y varias veces —contestó el médico.
—¿Llamarme, a m�
—AsГ es. La psicГіloga asegura que se ha creado una especie de dependencia con usted a causa del Гєnico recuerdo que le queda. Kendra Palmer estГЎ sufriendo muchГsimo, estГЎ sola y abandonada. No tiene a nadie y sufre de esa amnesia que la ha golpeado. Nuestro consejo es que venga a verla, que le hable intentando dejar de banda el rencor que le guarda, a menos que no quiera decirle toda la verdad.
—No entraré en sus juegos enfermizos.
—No creo que esté jugando, pero si usted quiere respuestas, creo que es el único que puede obtenerlas. Usted le ha causado un primer recuerdo. Quién sabe si el estar cerca puede hacer surgir otros.
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